Al igual que muchos peregrinos procedentes de todo el mundo hacen su Camino de Santiago a pie, otra de las posibles formas de hacerlo es en bicicleta, algo que está ganando cada vez más adeptos, porque es una forma de ponerse en forma pero también de disfrutar de un entorno natural fantástico y de vivir nuevas experiencias, tanto si vamos con familiares o amigos, como si vamos en solitario.
Hacer el Camino de Santiago en bicicleta, y sobre todo en solitario, es algo que nos permitirá conocernos más a nosotros mismos, disfrutar de cada pedalada, conocer la hospitalidad de toda la gente que nos encontremos en nuestra ruta y de ir poco a poco superándonos y superando las diferentes etapas que nos hayamos marcado.
El acceso a los diferentes pueblos que salpican las diferentes rutas, será también otra de las experiencias que no debemos dejar de vivir, ya sea conocer la forma de vida de las personas, deleitarnos con su gastronomía o incluso recibir ayuda desinteresada cuando tengamos un problema mecánico o físico.
La armonía y hermandad que se respira en una ruta como es la del Camino de Santiago no es algo que seguramente podamos encontrar en cualquier otro lugar del mundo, lo que hace que al realizar este viaje, se convierta en una experiencia mágica a la vez que especial.
Dependiendo de la ruta que hagamos, si solo tiene una etapa, varias o incluso todo el recorrido, hay que tener en cuenta que hay zonas que no son fáciles si no se cuenta con cierto fondo físico, por lo que antes de lanzarte a la aventura, por muy tentadora que parezca, hay que ser consecuentes y conocer nuestras limitaciones.
En caso de que no tengamos una buena bicicleta o no estemos bien físicamente, podemos hacer una pequeña ruta que forme parte de alguna de las etapas, no será lo mismo, pero si que será una experiencia única.